Valencia en fallas es la fiesta de los sentidos.



Valencia desborda imaginación, arte, creatividad, alegría. Un universo de formas y colores cristaliza  en cada rincón, en cada pequeña plaza, abriéndose paso ante nuestros sorprendidos ojos, que tratan de abarcar y absorber ávidamente lo que a nuestro alrededor se muestra.



Pero Valencia no sólo desborda nuestros ojos con una explosión de color en sus fallas, trajes, luces, sus flores y sus fuegos. Valencia suena a música, a petardos y fuegos artificiales. Valencia ensordece con sus mascletás y sueña con la música de sus bandas. Valencia huele a  flores, a pólvora quemada, a buñuelos y churros. Valencia sabe a paella y a canela y chocolate. Valencia se ve, se oye, se huele, sabe y se toca. Valencia se siente. 




  
Valencia en fallas resulta fascinante y  enloquecedora. Los sentidos y las sensaciones más primitivas se mezclan hasta embriagar al visitante que se rinde a esta mágica y seductora combinación. En Valencia en fallas, todo se desborda.





Valencia en fiestas son también sus gentes que toman la calle al asalto y se adueñan de ella. Arrebatan el poder a los políticos para pasar a  ser sus dueños y señores. Es una fiesta del PUEBLO, con mayúsculas, donde éste, libre de sus ataduras, muestra su ingenio, su creatividad, su arte, entregándolo generosamente a esta fiesta de los sentidos.




Valencia en fallas embriaga al visitante que en un ambiente enloquecedor queda  fascinado por formas, colores, arte, luz, sonidos…y se siente sumergido en un mundo onírico y delirante.









Valencia en fallas es el sueño de la imaginación.









Area de autocaravanas de El Saler


En este año el día 19 de marzo coincidió con un lunes y nos habíamos sentido tan   agusto en el área de El Saler que decidimos cumplir uno de mis deseos: conocer de cerca las fallas. Allí nos esperaban Paco y Concha con su grupo de amigos. Habían llevado además de su autocaravana su coche para poder llevarnos a la ciudad. Excepto una tarde en que  Paco nos acercó a ver la iluminación de las fiestas, el resto nos movimos en transporte público y la noche de los fuegos artificiales, el area contrató un autocar que nos llevó y nos recogió. El último día compartimos con ellos una deliciosa paella cocinada por los "maestros" y que resultó deliciosa, pero más, su compañía.

Mª Angeles del Valle
Boadilla del Monte, Agosto de 2012